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Experiencias de voluntariado

«Son las 9:15 am de cada viernes, y el Sr. Baldo espera con entusiasmo mi llegada. Desde lejos, le veo aguardando en el umbral de la entrada de su piso con bastón en mano. Sonríe al reconocer mi voz pues su vista ha ido poco a poco apagándose con el tiempo, más no su esperanza. Solemos caminar alrededor de la Ciudadela alrededor de una hora y nos detenemos en el café de la esquina para tomar un colacao. El Sr. Baldo disfruta que le lea fragmentos de la Biblia pues esto le permite compartir una opinión más enriquecedora en el culto de su Iglesia. La conversación entre nosotros siempre está viva recordando a la familia, las pasiones, los errores del pasado y los planes a futuro aunque también disfrutamos de los momentos de silencio gozando del regalo de nuestra presencia. Después de 2 horas, emprendemos el camino de regreso a su hogar. Y al despedirnos, ya estamos añorando del siguiente viernes para volver a reencontrarnos. Para mí esta experiencia, más allá de un voluntariado, ha sido un pedacito de felicidad pues me ha permitido ganar un amigo en una ciudad que meses atrás era ajena para mí»